"Mujeres de +50. Los riesgos que conlleva la ganancia de peso a nivel abdominal".




El aumento de peso a partir de los 50 es lento y progresivo ¿cuáles son sus causas y sus consecuencias? Consejos para una mejor calidad de vida.

A través de la historia la esperanza de vida fue en aumento. Actualmente en Argentina, las mujeres llegan a los 80,3 años (año 2016). Esto implica que, una mujer argentina vivirá aproximadamente 30 años en menopausia, pues la edad promedio en que ocurre esta etapa biológica no se ha modificado desde la época medieval y ronda los 50 años.
Existe en esta etapa un incremento del peso lento y progresivo entre 0,5 y 0,7 kg por año después de la 5 ° y 6° década, independiente de raza o etnia, que se debe en parte a los cambios hormonales, pero también al envejecimiento biológico, la disminución de la actividad física, reducción de la tasa metabólica de reposo y cambios en el estilo de vida. Todos estos kilos ganados (entre 4 a 5 kg) se suelen alojar en la zona abdominal. El cambio hormonal produce una redistribución de la masa grasa, que se incrementa en la zona abdominal.

Disminuye la actividad de la lipoproteínlipasa a la mitad, igualándose a la de los hombres. Esta sería la razón por la cual las mujeres pasan de la distribución de la grasa corporal ginoide a la androide (característico de los hombres). Hay también una disminución de los niveles de leptina y por consiguiente un aumento del apetito y reducción del gasto energético. A esto se le suma una reducción de la masa magra corporal normal, debido a la edad (sarcopenia).

Todo esto se suma a un panorama de lo más preocupante: más del 60% de la población argentina tiene sobrepeso y obesidad (o sea una acumulación anormal o excesiva de grasa corporal perjudicial para la salud, OMS 2015).

Se observó que en mujeres con IMC entre 25 y 28,9 tiene duplicado el riesgo de enfermedad cardiovascular. Aquellas con IMC mayor a 29, el riesgo se eleva 4 veces.

Es por esto que cuando atendamos a mujeres de + 50 deberemos tener muy en cuenta la alta incidencia que existe en el país de morbi-mortalidad cardiovascular, (1 de cada 3 mujeres en el país muere por dicha causa, siendo 12 veces mayor que la probabilidad de muerte por cáncer de mama). Tener en cuenta estos valores es primordial para poder dar indicaciones nutricionales que apunten a la prevención.

¿Cómo medir Riesgo cardiometabólico?

Una forma de establecer una medición fiable de distribución de grasa es a través del índice de cintura cadera (I C/C) el valor de referencia según OMS es de >0,85 para obesidad superior o androide, lo cual se asocia a riesgo cardiovascular aumentado y probabilidad de padecer diabetes e hipertensión arterial.

Sin embargo, una forma más sencilla y útil de aplicar es el índice de Cintura / talla en centímetros (I C/T) donde se establece una relación directa de la altura del individuo en relación con su grasa abdominal, el punto de corte es de 0,5. Más allá de este valor, se diagnostica obesidad abdominal con un valor predictivo de alto riesgo de enfermedades cardiometabólicas.

¿Qué factores tener en cuenta?

Con el fin de evitar la reducción de la actividad física, la OMS, recomienda dedicar al menos 150 minutos semanales de actividad aeróbica para toda persona adulta hasta los 64 años. Es ideal lograr ir aumentando esto hasta llegar a los 300 minutos semanales y dos veces por semana realizar actividades de fortalecimiento de grandes grupos musculares.

El American College of Cardiology y la American Heart Association Task Force en Practice Guidelines y la Obesity Society recomiendan 150 a 175 minutos de caminata rápida o ejercicios aeróbicos. Si se logra un balance energético negativo entre ingesta calórica y gasto, se podría evitar una ganancia de masa adiposa en la región abdominal, previniendo los riesgos cardiovasculares, además de reducir las tuforadas propias de esta etapa.

Otro parámetro íntimamente relacionado con la edad y el sobrepeso es la presión sanguínea. Tiende a elevarse con la edad, por lo que es frecuente en las mujeres sobre todo en menopausia, tener hipertensión. Si el IMC es mayor a 27 es más frecuente que en personas de peso normal y si la persona es sedentaria la incidencia se eleva entre un 20 a un 50%. La asociación entre obesidad y presión arterial es tan fuerte, que como primer tratamiento a implementar en la paciente hipertensa es que baje de peso.

Además de estos cambios corporales hay trastornos del sueño y del humor, que requieren una mirada más abarcativa que la netamente clínica.

En cuanto a la alimentación: es recomendable indicar una dieta más cercana a la mediterránea con ácidos grasos mono y polinsaturados, bajo en grasa saturadas y colesterol, bajo consumo de sodio y café (en personas con alta presión), alto en fibras, con amplia variedad de verduras, frutas, granos y cereales integrales, legumbres y semillas, frutas secas, aceite de oliva extra virgen, aumento de consumo de pescado y moluscos, huevos, consumiendo lácteos descremados ( por su aporte de calcio y vitamina D) Evitar frituras, exceso de alcohol, panificados dulces y salados. No olvidar un buen aporte proteico en las 3 comidas principales del día para evitar la pérdida de masa muscular, y un buen aporte de agua.

Un cambio de hábitos alimentarios con actividad física regular, con metas y proyectos personales – remontando esos deseos y proyectos que se abandonaron por falta de tiempo- y una vida social plena, ayudan mucho a sumarle vida a los años y vivir en plenitud esta etapa que es una de las más larga de la vida de una mujer.

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